sábado, 18 de agosto de 2012

António Lobo Antunes

Prejuicios: hasta ahora no había leído nada de António Lobo Antunes, temía angoliparme, es decir, engulliparme de tanta Angola; pero animado por un hada lisboeta estoy inmerso en el Quarto Livro de Crónicas.
No voy a sacar conclusiones después de leer un puñado de crónicas, hoy no, sólo hablar de una que se llama O Grande Borges. Con esta historia me siento hermano, amigo, parroquiano de la misma taberna del señor António. Comparto su humanidad cansada, su ironía, su soledad, su gusto travieso por amontonar palabras.



Traduzco un pedazo. A ver si sé:

Al pie del sitio donde hago los libros hice un amigo: un vejete borracho, sin empleo, que parece moverse como debajo del agua, silencioso y lento. Si se observa, sus gestos flotan. Los ojos también, fluctuando en el frasco de líquido amarillo de la cara, ahora más arriba, ahora más abajo, si acaso, zumbones. Habla con una voz de burbujas de acuario, cada burbuja una sílaba: ahí van surgiendo unas delante de las otras hasta formar una especie de frase. Cuando se calla las junto, las pongo por orden y esta vez era
- Dejé de meter vino en el gaznate
y mal se aguantaba sobre las canillas. Usa cabello por los hombros, a la antigua, más que cabello, un himno a la caspa y a la grasa. Y una corbata que se asemeja a una cuerda de ahorcado. Más burbujas: espero que acabe para ordenarlas. Mientras las arreglo él espera, pidiendo auxilio a una pared y a un automóvil estacionado para continuar de pie. Las burbujas
- ¿Necas aquí hay para ayuda una?
les mudo el orden, experimento esta ahora, queda
- ¿Hay una ayuda aquí para Necas?
frotando el índice y el pulgar, y uno de los ojos del frasco en un guiño cómplice. El ojo que sobra va siguiendo a una mulata que alquiló una habitación en la casa de azulejos de enfrente, de mechas alisadas y nalgas como cántaras. Un acceso de burbujas la persigue
- (Cómo lo traduzco) Habilidosa
mientras la mulata surca el asfalto en una majestad de petrolero al salir de la barra. Al desaparecer, el ojo que se dedicaba a la mulata se apaga de tristeza, sin empleo. (...)

(Se sabrá que Necas es el Gran Borges).
Al final el Gran Borges se quedará dormido instalado en el bordillo, entre palomas y contenedores de basura. El señor António piensa que ni él ni el Gran Borges tienen tarjeta de banco, ni de crédito, ni tarjetas de visita, no guardan manuscritos ni van a cenas, no pertenecen a ninguna asociación o cofradía o movimiento o partido, piensa que si el Necas le dejara un poco de sitio podrían dormir juntos.


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